Cuando era joven -tenía apenas diecinueve años-, trabajaba en una antigua red -”Internet”- en un sitio denominado Cohetes-intimos.blogspot.com
Lunes
Debía escribir continuemente para mantenerme actualizada a mí misma, pero a veces se me hacía pedregoso; tenía tanto que contar y de tantas formas que nunca sabía por dónde empezar, además de que me gustaba guardar mis experiencias para mí misma. Así que muy rara vez lo hacía.
Debía escribir continuemente para mantenerme actualizada a mí misma, pero a veces se me hacía pedregoso; tenía tanto que contar y de tantas formas que nunca sabía por dónde empezar, además de que me gustaba guardar mis experiencias para mí misma. Así que muy rara vez lo hacía.
Los días martes -el calendario era el mismo que ahora (Arqueología)- me levantaba con anticipación llena de ideas (Sed de ideas, ¿qué hacemos con este mundo?); me ponía frente a un arcaico aparatejo al que le decían ordenador, o computadora, según los países -existían “países” divididos por “fronteras”, pero ese ya es otro tema- e iba viendo cómo desaparecían, una a una, aquellas ideas; hasta una vez escribí sobre el vacío terrorífico de lo que todavía se llamaba “página” (ver diccionario), y, en este caso, “página en blanco”.
Así, y sin decir absolutamente nada relevante fue que inicié mi diario íntimo (futurista), sólo quise asentar la idea, ya habrá tiempo para retroceder de nuevo, siempre lo hay...
Sobreviviente.